Confieso que Chopin (1810-1849) aunque mucho más previsible que Schumann, es un romántico que a veces aburre cuando se escuchan sus colecciones (polonesas, estudios, nocturnos, valses, etc.). Pero otras sorprende por la belleza e innovación de su música cuando escuchas piezas sueltas de gran formato (baladas, scherzi o su barcarola). La Barcarola de Chopin en Fa sostenido mayor, Op. 60 es una obra maestra compuesta entre 1845 y 1846, en los últimos años de vida de un compositor tan desolado físicamente por la tuberculosis, como anímicamente en sus adioses a George Sand tras casi diez años de relación.
La Barcarola de Chopin es una de sus mejores composiciones y se hizo en su madurez musical. Algunos estudiosos de la obra del polaco la asocian constructivamente con sus nocturnos.
Como recuerda la página web de Dudamel, en una carta fechada en diciembre de 1845, el músico polaco relataba en medio de qué composiciones se encontraba (anticipando la que sería su magnífica Polonesa-Fantasia Op. 61).
"Me gustaría terminar ahora mi sonata para violonchelo, la barcarola y algo más que no sé cómo nombrar".
Sin embargo, continúa afirmando que, en contra de lo que pudiera evocar una plácida canción de góndola veneciana (como las tres sentimentales barcarolas que puedes escuchar en las Canciones sin palabras de Mendelssohn) en la laguna de la ciudad del amor:
Trabajando con un amplio compás de 12/8, las ondulaciones acuáticas de Chopin comienzan con calma, pero al volver en el último tercio de la pieza, crecen como el inmenso oleaje del océano abierto: no es una escena de canal a la luz de la luna, sino una escalada implacable y dramática.
La Barcarola de Chopin es una obra maestra
Se trata de una obra maestra compuesta entre el otoño de 1845 y el verano de 1846, tres años antes de la muerte del compositor. Fueron meses duros en los que Frédéric Chopin trabajó en ella con dificultades y tuvo que abandonarla en varias ocasiones antes de acabarla. Estaba enfermo de tuberculosis y recién separado de George Sand (1804-1876).
A pesar de todo el producto final es una obra fluida, grácil y de extraordinaria belleza, dedicada a Madame la Baronesa de Stockhausen.
Su primera publicación fue en 1846, en París, se debe al editor Brandus. Posteriormente, se publicó en Londres por Wessel y en Leipzig por Breitkopf & Härtel.
Es una obra en una clave poco frecuente en Chopin, Fa sostenido mayor, que, curiosamente adoptan las notas finales de sus tres Mazurcas Op. 59 (coetáneas y compuestas en Fa sostenido menor pero finalizadas en Fa sostenido mayor).
Se desconoce el motivo de la dedicatoria a la Baronesa ni en qué circunstancias surgió la idea de esta partitura. Máxime cuando Chopin nunca visitó Venecia. Eso sí, tuvo un encuentro fugaz con los paisajes y la atmósfera italiana durante un viaje en barco entre Marsella y Génova. Y es posible que en aquel periplo viviera una mar revuelta que le llevara a componer una pieza alusiva.
Otros autores señalan que tal vez se refiriera a las góndolas venecianas del Sena, que aparentemente causaron furor en París en el verano de 1845.
Tal vez ninguna de las dos cosas.
La Barcarola de Chopin es una obra maestra
Se trata de una obra maestra compuesta entre el otoño de 1845 y el verano de 1846, tres años antes de la muerte del compositor, ya enfermo de tuberculosis y recién separado de George Sand (1804-1876).
Se dedicó a Madame la Baronesa de Stockhausen y su primera publicación fue en 1846, en París, se debe al editor Brandus. Posteriormente, se publicó en Londres por Wessel y en Leipzig por Breitkopf & Härtel.
Es una obra en una clave poco frecuente en Chopin, Fa sostenido mayor, que, curiosamente adoptan las notas finales de sus tres Mazurcas Op. 59 (coetáneas y compuestas en Fa sostenido menor pero finalizadas en Fa sostenido mayor).
Se desconoce el motivo de la dedicatoria a la Baronesa ni en qué circunstancias surgió la idea de esta partitura. Máxime cuando Chopin nunca visitó Venecia. Eso sí, tuvo un encuentro fugaz con los paisajes y la atmósfera italiana durante un viaje en barco entre Marsella y Génova. Y es posible que en aquel periplo viviera una mar revuelta que le llevara a componer una pieza alusiva.
Lo que sí se conoce era el amor del músico polaco por las barcarolas operísticas de Gioachino Rossini ("Guillermo Tell") o Daniel-François Auber ("La muette de Portici" o "Fra Diavolo").
La barcarola tiene una muy difícil interpretación y ejecución por la sucesión de cascadas de notas, arpegios, florituras y trinos de la mano derecha, el recurso constante al pedal, la alternancia de fortes y pianos, y su extensión.